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Colorín colorado, este cuento...

Podría ser este día como el final de un cuento, el final de un año lleno de historias de hadas, de caballeros y de dragones. Un año tremenda y a la vez sorprendentemente raro. En un año puedes pasar de ser el bueno al malo del cuento, de ser el mago o el que pide descubrir el truco, de ser el torpe caballero o el príncipe valiente, de ser la reina benevolente o la reina de corazones, la princesa rescatada de las zarpas del dragón o la que regresa por su propio pie, el Principito que necesita respuesta para todo o el zorro que no alcanza a entenderlo; todo eso y más, y viceversa... A pesar de lo malo, este año tuvo todo lo bueno. Encontré que todavía queda en las relaciones lo más sincero, lo más puro, lo más de verdad. Que por raro que algo parezca, si se tiene eso, permanecerá por un tiempo aunque sea indefinible.  Lo mejor son los momentos, los instantes. Los recuerdos que se quedan en tu memoria por largo tiempo, que penetran en ti de tal manera que se conviert...
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Ojos que no ven aunque el corazón sienta...

Últimamente caí en la cuenta de que tal vez una roca en un camino no se pueda quitar. Por mucho que intentes tirarla abajo, puede no moverse si no tienes la fuerza suficiente para hacerlo. Puede que a veces tengas que rodearla porque no te queda otra y no puedes pararte a dedicarle más tiempo. Otras veces, es posible que simplemente por su tamaño, no consigas moverla en un sólo intento. Quizás necesites dejar que caiga por su propio peso después de haberla empujado un par de veces. Algunos tal vez piensen en coger otro camino alternativo, para evitar encontrarse con la piedra. Si no la ven, no les molesta. O eso puede parecer... Sin embargo, aún cogiendo otro camino, saben que la piedra seguirá obstaculizando aquel camino por el que ya no transitan. Es como evitar ver para no sentir, aunque en el fondo sientas que ahí estará siempre. Puede que sea una forma egoísta e incluso cobarde de verlo, pero no siempre elegimos lo mejor. De ahí que nos equivoquemos y aprendamos de ello. Puede q...

Cierra los ojos y piensa en algo bonito...

Cuando el corazón se dispara como si dentro de él hubiera mil mariposas. Cuando no somos capaces de mantenerlo menos inquieto, más sosegado, como simulando a un niño traste que se suelta de nuestra mano. Cuando la mente intenta ordenarle el alto, pero no le hace caso. Cuando se mueve tanto que no nos deja estar quietos, como si quisiera no detener nuestros pasos ni un segundo. Nos impulsa a correr, a actuar, a pasar a la acción. Sin embargo, a veces nos cuesta determinar qué quiere decirnos. Sabemos por qué nos "cuestiona" tanto, provocándonos continuamente preguntas. Preguntas que no siempre podemos responder. Es entonces cuando nos quedamos como estáticos por fuera, cuando por dentro no dejan de fluir las dudas, las respuestas, los sentimientos....como miles de fuegos artificiales. Pero no acabamos de encontrar lo adecuado y lo dejamos permanecer dentro. A la vez que nos impulsa a la acción, nos retrae a nuestro interior. Supongo que quiere que sigamos escuchándole, para ...

Las cosas que no nos decimos...

Vivir sin complicarnos la vida resulta en la mayor parte de las ocasiones algo inevitable. Ya no sólo porque a veces no nos reconozcamos ni a nosotros mismos, desconociendo lo que nos sucede o qué es eso que sentimos. El problema es que a los demás les suele pasar eso mismo, y cuando el encuentro se produce todo puede pasar. En nuestro encuentro con alguien, normalmente en persona (aunque sin descartar la posibilidad de que nos ocurra incluso tras un teléfono hoy en día), influye en qué situación está cada uno. A veces un encuentro puede ser predecible, porque conoces a la persona y sus reacciones habituales; sin embargo, creo que siempre se mantiene el "factor sorpresa", aunque lamentablemente no podamos afirmar que por ser sorpresa resulte siempre para bien. Siempre habrá algo que no nos dijo o que no nos comentó, algo que aprender. Si lo supiéramos todo sobre una persona, si nada nos sorprendiera nunca, creo que no tendrían mucho sentido las relaciones. Compartir es lo...

El indefinible lugar que ocupo...

Siempre fui de las que decía no querer clasificar las relaciones , no definir cuál es el más amigo y el menos, a quién quiero tanto y a quién casi no quiero. Me resultaba como robótico querer determinarlo todo. Sin embargo, me surge una cierta hipocresía al decir esto, dado que tal vez nunca las defino como tal, pero normalmente sí suelo tener claro lo que es para mí cada persona. No siempre con exactitud, porque las cosas que surgen de nuestro corazón no son blancas o negras, ni totalmente definibles, ni quedan a veces claras en todo su contexto, ni siquiera para nosotros mismos. Porque si lo esencial es invisible a los ojos, tampoco se puede querer a nadie con la cabeza, sino con nuestro a veces complicado corazón. De todas formas, en lo que se refiere a los demás, suele resultar todo aún más complicado. Depende no sólo de lo que cada uno siente y quiera expresar, también de lo que la otra persona siente por ti, de cómo se relaciona contigo, de cómo te demuestra eso que siente. Y...

"Quédate con las nubes..."

Llega ya la vuelta al cole y septiembre va poniendo fin al verano. Parece como el momento del repaso, del recuerdo de lo vivido, como si lo fuésemos a meter todo en un cajón bien guardado como el más preciado de los tesoros. Es el momento en que lo malo pasado se ve como más borroso, como si lo bueno lo nublara con su magia.  A veces el verano resulta como un poco loco, no hay apenas horarios ni reglas, es algo así como vivir en una especie de mundo sin reglas. No es relevante el ir a un sitio u otro, lo que importa es quién te acompaña donde quiera que vayas. Para pasar las horas "muertas", para ir a ningún sitio, para quedarte sentado, para hablar de nada y para hablar de todo, para compartir un helado, para moverte, para saltar y bailar a tu lado.  El verano también puede ser como un punto de inflexión, una especie de etapa de transición para mejorarte, para aprender, para proponerte. Para que llegado el nuevo curso tengas las pilas cargadas, que tengas ganas de c...

Disfrutar de la incertidumbre...

Preocuparse, intentar tener las cosas bajo control, pensar en lo que pasará... Gran parte de nuestro tiempo de vida lo pasamos en cosas como éstas, a veces nos complicamos más la vida con lo sencilla que resultaría si la dejásemos fluir a su gusto. Todo esto por supuesto, no lo hacemos para no ser felices, no no, eso es precisamente lo que queremos ser y para lo que al fin y al cabo vivimos. Sin embargo, deseamos "controlar" nuestra felicidad, pensamos en que sí y que no nos puede hacer felices, como si a veces lo supieramos todo. Entonces, no damos la oportunidad a lo nuevo, a lo inesperado, a lo incierto y desconocido. Algo que se desconoce, puede conocerse, sólo hay que estar dispuesto. Pero desconfiamos de lo desconocido, es como si resultara malo de por sí, como algo que no está bien conocer y que es mejor que no cojamos y dejemos ahí. Supongo que a veces eso nos viene de lo mítico que te dicen tus padres acerca de los desconocidos, gente "mala" y que te ...