Siempre fui de las que decía no querer clasificar las relaciones , no definir cuál es el más amigo y el menos, a quién quiero tanto y a quién casi no quiero. Me resultaba como robótico querer determinarlo todo.
Sin embargo, me surge una cierta hipocresía al decir esto, dado que tal vez nunca las defino como tal, pero normalmente sí suelo tener claro lo que es para mí cada persona. No siempre con exactitud, porque las cosas que surgen de nuestro corazón no son blancas o negras, ni totalmente definibles, ni quedan a veces claras en todo su contexto, ni siquiera para nosotros mismos. Porque si lo esencial es invisible a los ojos, tampoco se puede querer a nadie con la cabeza, sino con nuestro a veces complicado corazón.
De todas formas, en lo que se refiere a los demás, suele resultar todo aún más complicado. Depende no sólo de lo que cada uno siente y quiera expresar, también de lo que la otra persona siente por ti, de cómo se relaciona contigo, de cómo te demuestra eso que siente. Y creo que ahí es donde nos complicamos. Me refiero a que lo que sentimos o dejamos de sentir por alguien no podemos controlarlo, pero no siempre tenemos por qué ser correspondidos. E incluso a veces siéndolo seguimos sin conformarnos, como si quisiéramos poner nuestros corazones en una balanza para poder equilibrarlo todo. Cada uno demuestra y dice las cosas, si las dice, a su manera, considerándola probablemente como la más adecuada. Pero a nuestro inconformismo no siempre eso le vale.
Puede que simplemente no es que no seamos correspondidos, sino que no recibimos en cierto modo la respuesta que nos gustaría. Puede que no sepamos nunca el lugar que ocupamos en la vida de una persona. Puede que en definitiva lo importante sea ocupar un lugar a veces indefinible, en el corazón de alguien. Puede que simplemente haya que estar o seguir permaneciendo en ese lugar, sin importar que cuando tú vayas a veces esté vacío. Porque tal vez poder "estar" y ocupar al menos ese lugar es lo que, en definitiva, queremos. Aunque no sepa definir cuál es ese lugar que ocupo...
Sin embargo, me surge una cierta hipocresía al decir esto, dado que tal vez nunca las defino como tal, pero normalmente sí suelo tener claro lo que es para mí cada persona. No siempre con exactitud, porque las cosas que surgen de nuestro corazón no son blancas o negras, ni totalmente definibles, ni quedan a veces claras en todo su contexto, ni siquiera para nosotros mismos. Porque si lo esencial es invisible a los ojos, tampoco se puede querer a nadie con la cabeza, sino con nuestro a veces complicado corazón.
De todas formas, en lo que se refiere a los demás, suele resultar todo aún más complicado. Depende no sólo de lo que cada uno siente y quiera expresar, también de lo que la otra persona siente por ti, de cómo se relaciona contigo, de cómo te demuestra eso que siente. Y creo que ahí es donde nos complicamos. Me refiero a que lo que sentimos o dejamos de sentir por alguien no podemos controlarlo, pero no siempre tenemos por qué ser correspondidos. E incluso a veces siéndolo seguimos sin conformarnos, como si quisiéramos poner nuestros corazones en una balanza para poder equilibrarlo todo. Cada uno demuestra y dice las cosas, si las dice, a su manera, considerándola probablemente como la más adecuada. Pero a nuestro inconformismo no siempre eso le vale.
Puede que simplemente no es que no seamos correspondidos, sino que no recibimos en cierto modo la respuesta que nos gustaría. Puede que no sepamos nunca el lugar que ocupamos en la vida de una persona. Puede que en definitiva lo importante sea ocupar un lugar a veces indefinible, en el corazón de alguien. Puede que simplemente haya que estar o seguir permaneciendo en ese lugar, sin importar que cuando tú vayas a veces esté vacío. Porque tal vez poder "estar" y ocupar al menos ese lugar es lo que, en definitiva, queremos. Aunque no sepa definir cuál es ese lugar que ocupo...

Comentarios
Publicar un comentario
Comenta tus propios atropellamientos...