A principios de año, mencioné en la primera entrada un libro que narraba la historia de un caballero que llevaba una armadura. No podía quitársela, pues estaba demasiado aferrada a él debido a que nunca se la quitaba. Respecto a esto, llevo un tiempo pensando en esto de las armaduras, como esa especie de "máscaras" que llevamos, algunas puede que sólo las pongamos a veces y otras puede que estén tan aferradas a nosotros como la armadura del caballero del cuento.
Incluso no siendo carnavales todavía nos las ponemos, y al igual que en estas fiestas, para ir de algo que no somos. Normalmente cuando nos disfrazamos, queremos ir o lo más original posible, o lo más irreconocible posible, pero que se note siempre que vamos de otro "personaje" o de otro tipo de persona. Sino qué sentido tendría...Pero el caso es que en carnavales es tradición hacer eso, puede que aprovechemos también alguna ocasión más fuera de estas fiestas, por el motivo que sea, pero lo claro es que siempre nos vestimos de "otro".
Como cualquier otra armadura, parece que pensamos que eso nos protegerá de lo que hay fuera, de los demás. Sin embargo, creo que en el fondo, intentamos protegernos de nosotros mismos y de lo que creemos que somos. A veces por influencia de lo que viene del exterior, opiniones, críticas, sugerencias, consejitos..., podemos llegar a considerar que hay algo malo en nosotros, y de ahí puede surgir una nueva máscara, de intentar tapar o esconder aquello que a los demás (que no a todo el mundo, puede que sólo a aquellos de los que recibiste esa información) no les gusta de nosotros.
También podemos esconder bajo máscaras algo que nos duele, que nos hace sufrir, pero que preferimos meter como en un cajón para evitar el dolor que nos produce enfrentarnos a él. Puede que a veces intente resurgir pero no pasa nada, ponemos otra máscara y luego otra y otra...Llegará un punto que a lo mejor no sintamos el dolor, pero que ya no sepamos bien ni quienes somos. Y eso sí que puede llegar a afectarnos, en nuestra relación con los demás. Como le pasó al caballero de la armadura, se dió cuenta al decirle su mujer que si no se la quitaba lo dejaría, que perdería mucho más si no se enfrentaba a lo que realmente era y seguía con su armadura. La armadura que llevaba es posible que le facilitara cosas en ciertos momentos, incluso que pudiera ser admirado por ser un hombre fuerte que rescataba princesas y luchaba contra dragones. Pero en esa apariencia de fuerte caballero, se escondía un hombre con sus miedos, con sus dudas y con sus necesidades.
Porque a veces pretender ser el fuerte, puede que beneficie a los demás a los que seguramente aportes seguridad, pero en mi opinión eso está bien siempre y cuando no sea a costa de lo que uno pueda sentir. Porque las armaduras o las máscaras pueden pesar cuantas más quieras ponerte encima, hasta que llegue un momento que no puedas con ellas. Y ahí puede que tú solo no puedas quitártelas, pero sí pedir a alguien que te ayude, no a cargar con ellas, sino a ir poco a poco dejándolas atrás para seguir tu camino.
Entonces tal vez reconozcamos a la "ovejita" que se esconde detrás del lobo, un lobo que a veces puede ser fiero y peleón. Y no por ser la ovejita más frágil o débil, sino porque sea de verdad lo que es y no se vista de lobo...
Incluso no siendo carnavales todavía nos las ponemos, y al igual que en estas fiestas, para ir de algo que no somos. Normalmente cuando nos disfrazamos, queremos ir o lo más original posible, o lo más irreconocible posible, pero que se note siempre que vamos de otro "personaje" o de otro tipo de persona. Sino qué sentido tendría...Pero el caso es que en carnavales es tradición hacer eso, puede que aprovechemos también alguna ocasión más fuera de estas fiestas, por el motivo que sea, pero lo claro es que siempre nos vestimos de "otro".
Como cualquier otra armadura, parece que pensamos que eso nos protegerá de lo que hay fuera, de los demás. Sin embargo, creo que en el fondo, intentamos protegernos de nosotros mismos y de lo que creemos que somos. A veces por influencia de lo que viene del exterior, opiniones, críticas, sugerencias, consejitos..., podemos llegar a considerar que hay algo malo en nosotros, y de ahí puede surgir una nueva máscara, de intentar tapar o esconder aquello que a los demás (que no a todo el mundo, puede que sólo a aquellos de los que recibiste esa información) no les gusta de nosotros.

Porque a veces pretender ser el fuerte, puede que beneficie a los demás a los que seguramente aportes seguridad, pero en mi opinión eso está bien siempre y cuando no sea a costa de lo que uno pueda sentir. Porque las armaduras o las máscaras pueden pesar cuantas más quieras ponerte encima, hasta que llegue un momento que no puedas con ellas. Y ahí puede que tú solo no puedas quitártelas, pero sí pedir a alguien que te ayude, no a cargar con ellas, sino a ir poco a poco dejándolas atrás para seguir tu camino.
Entonces tal vez reconozcamos a la "ovejita" que se esconde detrás del lobo, un lobo que a veces puede ser fiero y peleón. Y no por ser la ovejita más frágil o débil, sino porque sea de verdad lo que es y no se vista de lobo...

Comentarios
Publicar un comentario
Comenta tus propios atropellamientos...