Mítica frase de madre: "¡Pero recoge la habitación! ¡Qué costumbre tienes de dejarlo todo por ahí tirado!"
Tener por costumbre hacer una cosa no suele indicar que esté bien hecha sólo porque la hagamos siempre así. Muchas veces nos acostumbramos a hacerlas de cierta manera, bien porque a lo mejor es más fácil así o por pereza, o porque simplemente tal vez no sabes de otra forma o nadie te dijo cómo hacerlo.
Sin embargo, no quería referirme en este caso a esas cosas que hacemos por costumbre, sino a aquellas a las que nos acostumbramos. Situaciones, momentos...no cosas rutinarias que realizamos todos los días. De hecho, suelen ser todo lo contrario, no "acostumbran" a pasarnos siempre y cuando sucede, nos queda grabado en el recuerdo. Por eso nos acostumbramos, queremos más. Hablo de vivir algo antes no vivido, de compartir momentos antes no compartidos, momentos que ojalá fueran siempre eternos. "Acostumbrarnos" a querer que se repitan, a que todos los días sean igual que durante esos momentos vividos. Es quererlo para siempre, no sólo para el recuerdo.
Pero me surge una pregunta... ¿Serían lo mismo esos grandes momentos si no fueran a acabarse nunca?
Sinceramente, creo que tal vez no, que por eso queremos que se repitan, porque quizás en el fondo sabemos que eso no es posible, no de la misma manera que fueron. Serán otros mejores tal vez, pero no los mismos y no igual, puede que tan sólo parecido. De todos modos, pienso que no es cuestión de infravalorar los recuerdos, sino de valorarlos más, porque eso que viviste te llenó y te cambió en parte, porque en esos momentos se vive más plenamente lo que es la felicidad y puede que por eso anhelamos que se repita.
Lo que a veces sucede con esto de "acostumbrarnos" a estar de cierta manera y con ciertas personas, es que podemos llegar a no conformarnos. A complicarnos la vida intentando llegar de nuevo a lo que ya se fue, a lo que ya pasó... Creo que en cierto modo, en ocasiones, nos gustan las cosas imposibles, las que no podemos alcanzar y en las que a veces ponemos todo nuestro empeño. Incluso algunas veces en cosas que no nos convienen del todo o que pueden llegar a ser un problema, por el mero hecho de lo vivido, consideramos que siguen mereciendo la pena.
Porque tenemos la "mala" costumbre de "acostumbrarnos"...
Porque supongo que el ser domesticados como el zorro con su Principito influye...
Pero lo mejor sin duda es haber sido domesticados alguna vez...
Tener por costumbre hacer una cosa no suele indicar que esté bien hecha sólo porque la hagamos siempre así. Muchas veces nos acostumbramos a hacerlas de cierta manera, bien porque a lo mejor es más fácil así o por pereza, o porque simplemente tal vez no sabes de otra forma o nadie te dijo cómo hacerlo.
Sin embargo, no quería referirme en este caso a esas cosas que hacemos por costumbre, sino a aquellas a las que nos acostumbramos. Situaciones, momentos...no cosas rutinarias que realizamos todos los días. De hecho, suelen ser todo lo contrario, no "acostumbran" a pasarnos siempre y cuando sucede, nos queda grabado en el recuerdo. Por eso nos acostumbramos, queremos más. Hablo de vivir algo antes no vivido, de compartir momentos antes no compartidos, momentos que ojalá fueran siempre eternos. "Acostumbrarnos" a querer que se repitan, a que todos los días sean igual que durante esos momentos vividos. Es quererlo para siempre, no sólo para el recuerdo.
Pero me surge una pregunta... ¿Serían lo mismo esos grandes momentos si no fueran a acabarse nunca?
Sinceramente, creo que tal vez no, que por eso queremos que se repitan, porque quizás en el fondo sabemos que eso no es posible, no de la misma manera que fueron. Serán otros mejores tal vez, pero no los mismos y no igual, puede que tan sólo parecido. De todos modos, pienso que no es cuestión de infravalorar los recuerdos, sino de valorarlos más, porque eso que viviste te llenó y te cambió en parte, porque en esos momentos se vive más plenamente lo que es la felicidad y puede que por eso anhelamos que se repita.
Lo que a veces sucede con esto de "acostumbrarnos" a estar de cierta manera y con ciertas personas, es que podemos llegar a no conformarnos. A complicarnos la vida intentando llegar de nuevo a lo que ya se fue, a lo que ya pasó... Creo que en cierto modo, en ocasiones, nos gustan las cosas imposibles, las que no podemos alcanzar y en las que a veces ponemos todo nuestro empeño. Incluso algunas veces en cosas que no nos convienen del todo o que pueden llegar a ser un problema, por el mero hecho de lo vivido, consideramos que siguen mereciendo la pena.
Porque tenemos la "mala" costumbre de "acostumbrarnos"...
Porque supongo que el ser domesticados como el zorro con su Principito influye...
Pero lo mejor sin duda es haber sido domesticados alguna vez...
"No hay nada perfecto -suspiró el zorro. Pero el zorro volvió a su idea: -Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá los campos de trigo?. Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo… El zorro calló y miró largo tiempo al principito. -
¡Por favor…domestícame! -dijo. -"

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