Miedos, dudas, frustraciones, malentendidos, manías...Es curioso lo mucho que llegan a afectarnos este tipo de cosas en nuestra relación con los demás y la poca importancia que a veces le damos al origen de esas cosas, llenando de adornos y detalles el problema.
Porque creo que lo importante no es el problema, eso es sólo el resultado de una necesidad que no tenemos cubierta. Necesitamos algo, no lo tenemos, no sabemos cómo conseguirlo, entonces...problema. No digo que haya que evitar llegar al problema, a lo mejor no nos damos cuenta de "eso que nos falta" antes de que surja el problema, pero sí podemos no hacer de nuestro problema una bola de nieve. No llenarlo de más y más problemas sobre el de inicio. Vale más solucionar uno solo a tiempo, que una bola de nieve donde ya no sepas donde empieza uno y acaba el otro.
Pienso que vale la pena pararse, y buscar el origen. Conocerme, aceptarme y entonces, buscar solución al problema en la medida que dependa de mí. Tal vez la solución entonces pueda surgir, incluso aunque no nos guste la respuesta. A veces es perdonar, cosa que suele costarnos un montón, perdonar a alguien. Pero también puede ser que nos tengamos que perdonar a nosotros mismos, que puede ser todavía algo más difícil, porque no siempre nos damos cuenta que es ahí a donde debemos llegar.
Respecto a lo de perdonar, no es solamente que nos pueda resultar difícil, sino que parece que no nos interesa hacerlo. ¿Para qué lo voy a hacer si así estoy tranquilo, paso del tema y ya está? La culpa a lo mejor es de otro, y entonces mejor pues le odio y ya está. ¿Que me hace la vida imposible? Yo más y yo más...y yo más...y volvemos a la bola de nieve. Puede que no veamos la solución, pero eso no significa que no la tenga. Si no lo intentamos y nos basamos en el rencor, ¿cómo vamos a saberlo? Puede ser cosa mía, del otro o de los dos, pero tendríamos que averiguar cuál de ellas es la de verdad, no la que nosotros nos formamos de primeras, sin pararnos a ser objetivos. Y si la solución está en el otro y no podemos hacer nada, pues supongo que ahí no queda otra que intentar comprender y aceptar lo que ese otro nos hizo. Puede que no sea algo aceptable para lo que nosotros pensamos y nuestros valores, y en definitiva, lo que somos, nos está diciendo. Pero si llegamos a entender que el otro es algo más que eso que hizo, tal vez podamos dejarlo ir.
Porque el odio y el rencor, y dejarnos llevar por nuestros miedos, dudas, frustraciones y manías, sólo nos lleva a estar tristes, aunque supuestamente "pasemos de todo"...Os dejo un cuento que leí hoy que simboliza muy bien esto...Amarillas noches =)
Cuento: Jorge Bucay"En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta… En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…
Había una vez…
Un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y más rápidamente aún salió del agua…
Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla encontró que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza."
Porque creo que lo importante no es el problema, eso es sólo el resultado de una necesidad que no tenemos cubierta. Necesitamos algo, no lo tenemos, no sabemos cómo conseguirlo, entonces...problema. No digo que haya que evitar llegar al problema, a lo mejor no nos damos cuenta de "eso que nos falta" antes de que surja el problema, pero sí podemos no hacer de nuestro problema una bola de nieve. No llenarlo de más y más problemas sobre el de inicio. Vale más solucionar uno solo a tiempo, que una bola de nieve donde ya no sepas donde empieza uno y acaba el otro.
Pienso que vale la pena pararse, y buscar el origen. Conocerme, aceptarme y entonces, buscar solución al problema en la medida que dependa de mí. Tal vez la solución entonces pueda surgir, incluso aunque no nos guste la respuesta. A veces es perdonar, cosa que suele costarnos un montón, perdonar a alguien. Pero también puede ser que nos tengamos que perdonar a nosotros mismos, que puede ser todavía algo más difícil, porque no siempre nos damos cuenta que es ahí a donde debemos llegar.
Respecto a lo de perdonar, no es solamente que nos pueda resultar difícil, sino que parece que no nos interesa hacerlo. ¿Para qué lo voy a hacer si así estoy tranquilo, paso del tema y ya está? La culpa a lo mejor es de otro, y entonces mejor pues le odio y ya está. ¿Que me hace la vida imposible? Yo más y yo más...y yo más...y volvemos a la bola de nieve. Puede que no veamos la solución, pero eso no significa que no la tenga. Si no lo intentamos y nos basamos en el rencor, ¿cómo vamos a saberlo? Puede ser cosa mía, del otro o de los dos, pero tendríamos que averiguar cuál de ellas es la de verdad, no la que nosotros nos formamos de primeras, sin pararnos a ser objetivos. Y si la solución está en el otro y no podemos hacer nada, pues supongo que ahí no queda otra que intentar comprender y aceptar lo que ese otro nos hizo. Puede que no sea algo aceptable para lo que nosotros pensamos y nuestros valores, y en definitiva, lo que somos, nos está diciendo. Pero si llegamos a entender que el otro es algo más que eso que hizo, tal vez podamos dejarlo ir.

Porque el odio y el rencor, y dejarnos llevar por nuestros miedos, dudas, frustraciones y manías, sólo nos lleva a estar tristes, aunque supuestamente "pasemos de todo"...Os dejo un cuento que leí hoy que simboliza muy bien esto...Amarillas noches =)
Cuento: Jorge Bucay"En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta… En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…Había una vez…
Un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y más rápidamente aún salió del agua…
Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla encontró que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza."

Muy adecuado el cuento, me gusta, invita a reflexionar.Aunque soy partidaria de que el enfado es una buena terapia para superar la tristeza, desahogarse, romper la bola de nieve y vuelta a empezar pero depende de la situación por supuesto :)
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