Preocuparse, intentar tener las cosas bajo control, pensar en lo que pasará... Gran parte de nuestro tiempo de vida lo pasamos en cosas como éstas, a veces nos complicamos más la vida con lo sencilla que resultaría si la dejásemos fluir a su gusto. Todo esto por supuesto, no lo hacemos para no ser felices, no no, eso es precisamente lo que queremos ser y para lo que al fin y al cabo vivimos. Sin embargo, deseamos "controlar" nuestra felicidad, pensamos en que sí y que no nos puede hacer felices, como si a veces lo supieramos todo. Entonces, no damos la oportunidad a lo nuevo, a lo inesperado, a lo incierto y desconocido. Algo que se desconoce, puede conocerse, sólo hay que estar dispuesto. Pero desconfiamos de lo desconocido, es como si resultara malo de por sí, como algo que no está bien conocer y que es mejor que no cojamos y dejemos ahí. Supongo que a veces eso nos viene de lo mítico que te dicen tus padres acerca de los desconocidos, gente "mala" y que te ...
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